Guarda mi alma y líbrame; no sea yo avergonzado,
porque en ti me refugio.
Salmo 25:20
El matrimonio tiende a alterar nuestra visión. Entramos con la expectativa de que nuestra pareja satisfaga nuestras esperanzas y nos haga felices; pero esto es imposible para nuestro cónyuge. Las expectativas poco realistas generan desilusión. Cuanto más altas sean tus expectativas, más probable será que tu cónyuge te falle y te cause frustración.
Si una mujer espera que su esposo siempre llegue a tiempo, limpie lo que ensucia y comprenda
todas sus necesidades, es probable que pase toda la vida de casada con desilusión. En cambio, si es realista y comprende que él es humano, olvidadizo y a veces desconsiderado, se alegrará más cuando sí sea responsable, amoroso y amable.
El divorcio es casi inevitable cuando las personas no permiten que sus cónyuges sean humanos. Así que debe haber una transición en tu forma de pensar. Debes decidir vivir guiado por el aliento en lugar de las expectativas. Más allá de tu aliento amoroso y de la intervención de Dios, es probable que en el futuro, tu cónyuge sea igual a lo que ha sido durante los últimos diez años. El amor se concentra en la responsabilidad personal y en superarse en lugar de exigir más de los demás.
Jesús lo explicó cuando habló sobre una persona que vio una “mota” en el ojo de su hermano pero no notó la “viga” del propio. “¿O cómo puedes decir a tu hermano: “Déjame sacarte la mota del ojo”, cuando la viga está en tu ojo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la mota del ojo de tu hermano” (Mateo 7:4-5).
¿Tu cónyuge siente que vive con un inspector de motas? ¿Vive siempre nervioso o temeroso de no estar a la altura de tus expectativas? ¿Diría que la mayor parte de los días percibe tu desaprobación más que tu aceptación?
Quizá, tu respuesta sería decir que el problema no es tuyo sino de tu cónyuge. Si en verdad falla en muchas áreas, ¿qué culpa tienes? Los dos deben hacer todo lo posible para que el matrimonio funcione. Si tu cónyuge no quiere que seas tan crítico, necesita darse cuenta de que las cuestiones que sacas a relucir son legítimas. No dices que eres perfecto, de ninguna manera, pero deberías poder decir lo que piensas. ¿No es así?
El problema con esta clase de actitud es que pocas personas pueden responder a la crítica con completa objetividad.
Cuando parece estar claro que alguien no está contento contigo (ya sea por una confrontación directa o por la aplicación de la ley del hielo) es difícil no tomar su desagrado en forma personal. En especial, en el matrimonio.Si una mujer espera que su esposo siempre llegue a tiempo, limpie lo que ensucia y comprenda
todas sus necesidades, es probable que pase toda la vida de casada con desilusión. En cambio, si es realista y comprende que él es humano, olvidadizo y a veces desconsiderado, se alegrará más cuando sí sea responsable, amoroso y amable.
El divorcio es casi inevitable cuando las personas no permiten que sus cónyuges sean humanos. Así que debe haber una transición en tu forma de pensar. Debes decidir vivir guiado por el aliento en lugar de las expectativas. Más allá de tu aliento amoroso y de la intervención de Dios, es probable que en el futuro, tu cónyuge sea igual a lo que ha sido durante los últimos diez años. El amor se concentra en la responsabilidad personal y en superarse en lugar de exigir más de los demás.
Jesús lo explicó cuando habló sobre una persona que vio una “mota” en el ojo de su hermano pero no notó la “viga” del propio. “¿O cómo puedes decir a tu hermano: “Déjame sacarte la mota del ojo”, cuando la viga está en tu ojo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la mota del ojo de tu hermano” (Mateo 7:4-5).
¿Tu cónyuge siente que vive con un inspector de motas? ¿Vive siempre nervioso o temeroso de no estar a la altura de tus expectativas? ¿Diría que la mayor parte de los días percibe tu desaprobación más que tu aceptación?
Quizá, tu respuesta sería decir que el problema no es tuyo sino de tu cónyuge. Si en verdad falla en muchas áreas, ¿qué culpa tienes? Los dos deben hacer todo lo posible para que el matrimonio funcione. Si tu cónyuge no quiere que seas tan crítico, necesita darse cuenta de que las cuestiones que sacas a relucir son legítimas. No dices que eres perfecto, de ninguna manera, pero deberías poder decir lo que piensas. ¿No es así?
El problema con esta clase de actitud es que pocas personas pueden responder a la crítica con completa objetividad.
Después de todo, a diferencia de cualquier otra amistad, cuando comenzó la relación con tu cónyuge, los dos hacían lo imposible por complacer al otro. Cuando eran novios, a tu pareja le cautivaba tu personalidad. Prácticamente, no podías equivocarte. Su vida juntos era mucho más sencilla. Y aunque tu expectativa no era que las cosas fueran así para siempre, por cierto que no imaginabas que tu cónyuge fuera tan pecador y que se enojara tanto contigo. Nunca pensaste que esta persona que prometió amarte pudiera llegar a un punto en el que pareciera que ni siquiera le gustas.
Así que cuando este marcado contraste se transforma en una viva realidad, tu reacción natural es poner resistencia. Al principio de la vida de casados quizá hayas estado dispuesto a escuchar y hacer pequeños cambios. Sin embargo, con el correr de los años, la desaprobación de tu cónyuge solo parece consolidar la tuya. En lugar de lograr que corrijas las cosas, hace que quieras atrincherarte aún más.
El amor es demasiado inteligente para eso. En lugar de colocar a tu cónyuge en una postura de rebelión, el amor te enseña a darle lugar para ser él mismo. Aún si eres una persona exigente, perfeccionista e inclinada a obtener resultados, el amor te llama a no proyectar tus exigencias en el desempeño de tu cónyuge. Debes darte cuenta de que el matrimonio es una relación para disfrutar y saborear en el camino de la vida. Es una amistad única diseñada por Dios mismo, en la cual dos personas viven juntas en imperfección pero la enfrentan alentándose mutuamente, en lugar de desalentarse.
La Biblia dice: “Fortaleced las manos débiles y afianzad las rodillas vacilantes” (Isaías 35:3). “Anímense y edifíquense unos a otros [...] Estimulen a los desanimados, ayuden a los débiles y sean pacientes con todos” (1 Tesalonicenses 5:11,14 NVT).
¿Acaso no quieres que la vida de casado sea un lugar en el que puedas disfrutar al expresarte con libertad y crecer dentro de un ámbito seguro en donde recibas aliento aún cuando fracases? Tu pareja también lo desea, y el amor le da ese privilegio. Si tu cónyuge te ha dicho más de una vez que lo haces sentir derribado y derrotado, es necesario que tomes en serio estas palabras. Comprométete a dejar de lado cada día las expectativas poco realistas y transfórmate en el mayor alentador de tu cónyuge. Y esa persona que Dios diseñó comenzará a surgir con una nueva confianza y amor por ti.
ELIMINA DE TU HOGAR EL VENENO DE LAS EXPECTATIVAS POCO REALISTAS. PIENSA EN UN ÁREA EN LA CUAL TU CÓNYUGE TE HAYA DICHO QUE ESPERAS DEMASIADO, Y DILE QUE LAMENTAS HABERLE EXIGIDO TANTO. PROMÉTELE QUE INTENTARÁS COMPRENDERLO Y AFÍRMALE TU AMOR INCONDICIONAL.
Cuando esperas demasiado de tu cónyuge en áreas en las cuales no tiene una motivación interior para superarse, ¿qué te dice eso sobre ti? ¿De qué maneras puedes manejar mejor estas discrepancias?
Consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras. Hebreos 10:24
Puedes ver todos los desafíos diarios en la siguiente lista: toca el título que quieras leer.
El desafío del amor - 40 días
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El amor alienta - Día 27 de El Desafío del amor
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