Piensa, entonces, ¿qué harás para que te vaya bien en tu matrimonio en medio de tus problemas? ¿Cómo puedes mantener la armonía en tu familia a pesar de las circunstancias adversas? Tal vez tengas una estrategia, quizás no. Tal vez nunca lo has pensado, o quizás sí. Tal vez sientas que todo está bajo control, o quizás sientes que ya todo está descontrolado. Cualquiera que sea tu perspectiva, la Biblia nos marca tres principios a tener en cuenta y practicar para salir victoriosos de esos momentos nada agradables. Si meditas en cada uno de ellos te darás cuenta de que no son tan difíciles de llevar a la práctica; también descubrirás que pueden traerte resultados diferentes y gratos a los que hasta ahora tal vez has obtenido.
1. Aprende a ver a Dios aún en los momentos más difíciles
. El salmista David decía: “Veía yo al Señor siempre delante de mí, porque Él está a mi derecha para que no caiga” (Hechos 2:25). David fue un personaje con muchos problemas, como cualquiera de nosotros, pero salió adelante a pesar de ellos, porque sabía que Dios siempre está ahí, está cerca de ti y de mí. Eres tú el que no se da cuenta al dejarte abrumar por los problemas. Tener siempre presente a Dios te hará mantener la fe por encima de todas esas cosas que hacen que tu corazón se quebrante y que tu alma se agobie. Por supuesto que la fe no hace que las cosas difíciles se vuelvan más fáciles; más bien, la fe hace que las cosas difíciles se vuelvan posibles.
2. Aprende a estar contento y a pensar en todo lo bueno
. Un proverbio muy sabio dice: “Gran remedio es el corazón alegre, pero el ánimo decaído seca los huesos” (Proverbios 17:22). Y Filipenses 4:8 también dice: “Consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio”. El tipo de pensamientos que tienes determina lo que dices y lo que haces. Si tus problemas te agobian y dejas que te colmen de pensamientos negativos, no verás su solución aunque esté frente a ti y sean sencillos de resolver; te ensordecen y te ciegan y si los dejas progresar te hundirán en la desesperación y la ruina. Por el contrario, los pensamientos positivos reducen la frustración y el desánimo. Tus sentimientos alineados con estos pensamientos positivos producen un corazón contento, aunque las circunstancias lo quieran afligir y robarle la paz. Un corazón contento te hace ver los problemas más pequeños y más sencillos de resolver, y son como trampolines para superar obstáculos y alcanzar más pronto tus objetivos.
3. Aprende a despojarte de todo afán y a ponerlo en las manos de Dios
. “No se inquieten con nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias” (Filipenses 4:6), le dijo el apóstol Pablo a un pueblo afligido. Hay cosas que no puedes entender y que se salen de tus manos en algún momento, tanto en el trabajo como en el hogar, o en la relación con tu pareja o con tus hijos. Todos podemos sentir afán en algún momento, y no está mal, pero también podemos tener la paz que Dios nos da, y descansar en Él. Lo que tienes que hacer es disponer de un momento del día para meditar y descargar tu afán por los problemas delante de su presencia. Entonces te sentirás mejor y más confiado para hallar una solución eficaz.
Para finalizar, aprende que cada problema, si peleas limpio y de la manera correcta, es una oportunidad para ser mejor, para crecer, para madurar, para jactarte de que nada te puede vencer. No le temas a los problemas, enfréntalos siguiendo estos principios.
Arelly Vela
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3 principios para evitar problemas en tu matrimonio
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